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Carlos Furche, Director de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA), señaló que «cuando se piden protecciones arancelarias para un sector exportador y con alto potencial de desarrollo, se está equivocando el rumbo. Por decirlo gráficamente: no se puede caminar hacia el norte y al sur simultáneamente. Se tiene que elegir una de las dos direcciones, y no veo qué sentido tendría pedir protección arancelaria, cuando no se está importando».
Sin duda los productores lecheros tienen problemas, el tema central del debate es cuál es la forma más eficaz de abordar dichos problemas. Así «las cifras del año 2001, y la de los dos primeros meses de este año, demuestran que Chile prácticamente ha dejado de importar leche en polvo, quesos, yogur, mantequilla, entre otros. Entonces la verdad es que, si se analizan las cifras fríamente, se concluye que los problemas de precios que los productores reclaman no tienen que ver con las importaciones, sino con la falta de transparencia en la definición del mercado interno; dicen relación con la industria o con la caída de los precios internacionales de los lácteos, que efectivamente en los últimos seis meses ha sido muy fuerte», afirmó el directivo.
En el año 2001, por primera vez en nuestra historia, fuimos superavitarios en productos lácteos, tanto en volumen como en valor. Quiere decir que exportamos más de lo que importamos.
«En cifras redondas, nosotros exportamos US$ 44 millones e importamos US$35 millones, o sea, tuvimos un saldo positivo de la balanza comercial lechera de US$ 9.200.000, por primera vez en nuestra historia».
Esto que ocurrió en el año 2001 no es una situación excepcional: es una tendencia que marcará al sector lácteo chileno. «Nosotros seremos exportadores de productos lácteos; estamos aumentando nuestra competitividad; estamos incrementando la calidad de nuestros suelos, regando más, mejorando la gestión. Por tanto, lo que aquí cabe es concentrarse en disminuir costos, mejorar la gestión y la transparencia de los mercados internos, y conseguir que la industria y los productores definan una asociación estratégica».
Por otra parte, «si se elevan los aranceles, nada garantiza que esos mayores aranceles y costos de importación serían traspasados desde la industria a los productores».
«Lo que ocurre normalmente cuando se elevan los aranceles es que, en cadenas industriales tan concentradas como en el sector lácteo, éstas se llevan el mayor beneficio. Es la parte de adelante de la cadena agroindustrial, y no los productores a nivel primario, quien sale favorecido».
Carlos Furche criticó a la industria, «porque pienso que carece de visión estratégica: no considera a los productores como socios estratégicos. El negocio del lechero es un negocio a largo y no a corto plazo. Hay reales oportunidades en América Latina y se están pidiendo cuotas de mercado, tanto en las negociaciones con la Unión Europea como con Estados Unidos».
La industria nunca se ha sentado con los productores a definir estrategias de largo plazo. Por ejemplo, si se va a ser exportador, hay que analizar los sistemas productivos, el tipo de planilla de precios que se puede pagar; cómo se pueden diferenciar las planillas entre la leche excedente y la que no lo es. Es una discusión para la cual el Ministerio de Agricultura ha tratado de buscar instancias, pero le corresponde a la industria y a los productores conversar.»
Por otra parte, los productores tienen que hacerse cargo de sus deficiencias, tienen que reducir sus costos y mejorar la relación costo/beneficio, para lo cual es necesario desarrollar la gestión y el análisis económico. «Hay ejemplos de productores que tienen costos de $70 y otros de $105. Entonces, hay que hacer un esfuerzo».
Finalmente Furche indicó que «el camino es mejorar gestión y productividad; invertir en suelos y riego; que los productores y la industria se asocien estratégicamente y, definitivamente, una eventual alza de aranceles no tendría impacto alguno».