En el IV Encuentro del Vino y la Viticultura realizado en Curicó por la Corporación Chilena del Vino el 21 de noviembre pasado se presentó el Seminario denominado La Vitivinicultura de la Próxima Década. El objetivo planteado por los organizadores respecto de las exposiciones, en las que participaron reconocidos expertos del ámbito técnico y comercial, fue imaginar el escenario que enfrentará la vitivinicultura chilena hacia el año 2011 y plantear los desafíos que se deberán enfrentar en el intertanto.
Los planteamientos técnicos presentados se orientaron principalmente a que el mejoramiento de la calidad del vino que se ofrezca internacionalmente debe provenir de un manejo equilibrado del viñedo, en particular de cada una de sus plantas en forma individual, de modo que se combinen armónicamente todas las variables que inciden en dicha condición. Esto teniendo en cuenta el fundamento de que «la calidad del vino se hace en la viña».
Sobre esta materia, uno de los planteamientos más relevantes que se expusieron fue que la regulación de productividad, con el fin de mejorar la calidad del vino obtenido debe realizarse controlando particularmente los rendimientos por planta, antes que los rendimientos por hectárea. Por ejemplo, se señaló que con una producción de 2 kilos por planta y una densidad de 5.000 a 6.000 plantas por hectárea, con lo que se obtiene una producción de 10 a 12 toneladas de uva por hectárea, se podría obtener un vino de mejor calidad que con una producción de 3,5 kilos por planta en una plantación de 3.000 plantas por hectárea, donde la producción por hectárea sería de 10,5 toneladas. Se indicó que debe existir especial preocupación por el equilibrio de la parte vegetal, cuidando la frutosidad de las uvas, donde los manejos de fertilización y riegos apropiados, así como otras labores entre las que destaca el desbrote oportuno y adecuado juegan un rol muy importante.
Se mencionó, asimismo, que una de las carencias más significativas del viñedo chileno radica en la falta de material genético apropiado para las nuevas plantaciones. Al respecto se advirtió que los riesgos no sólo provienen de la Filoxera, sino que más importante aún es la proliferación de nemátodos que se observa en casi todos los valles de la zona central del país. La mayoría de las plantaciones nuevas se han hecho sobre la base de material genético extraído de la poda de las propias viñas, sin una selección adecuada y no correspondiendo a los portainjertos adecuados para cada caso. Además, es necesario contar con un estudio vitícola que permita identificar la adaptación de cada variedad a las condiciones imperantes en cada sector, de modo que aquellas expresen en la mejor forma posible su potencialidad de calidad.
Otros planteamientos técnicos apuntaron a las limitaciones que presenta la investigación vitícola y enológica en Chile, al margen de lo cual se aprecia una falta de cooperación y de coordinación entre los propios investigadores, así como entre estos y los actores del negocio, esto es viticultores, ingenieros agrónomos especialistas, enólogos y agentes comerciales. Se denunció también la carencia de especialistas destacando la dependencia de tecnología extranjera para el desarrollo de nuestra vitivinicultura. Por ejemplo, mientras en Chile hay un investigador dedicado al rubro por cada 10.300 hectáreas, en Australia, la cifra es de un investigador por cada 1.300 hectáreas, es decir casi 10 veces más. Los recursos necesarios para la investigación, además, no sólo deben provenir del Estado, que en diversas formas ya está aportando fondos para estos fines, sino que en forma fundamental, con porcentajes superiores al 50% de los fondos necesarios, deben provenir del sector privado que se beneficia de los resultados de la misma.
En materias económicas y comerciales, las exposiciones se centraron principalmente en las dificultades que está presentando el sector a raíz del desequilibrio existente entre la oferta potencial de las plantaciones actuales, especialmente proyectando las producciones de las nuevas plantaciones efectuadas en los últimos años, y el total de la demanda, proveniente tanto del consumo interno como de los mercados internacionales. Los planteamientos en este caso se orientaron principalmente a lograr la unidad de los gremios que permita enfrentar cohesionadamente los desafíos que se presentan especialmente en los mercados internacionales, para lo cual entre otros aspectos, también se requiere realizar un intenso trabajo de fortalecimiento de la «imagen-país» que facilite el posicionamiento de nuestros vinos en dichos mercados. Sin embargo se especificó que este trabajo no es solamente una obligación del sector vitivinícola, sino que en él debieran intervenir todos los sectores exportadores y en particular el sector turismo mediante la promoción tanto de nuestros paisajes, como de nuestra cultura y de todos nuestros productos de destacada calidad exportable. Entre estos últimos debieran también promocionarse productos del sector pesquero, como los salmones.
El evento, que fue inaugurado por el Ministro de Agricultura, Jaime Campos Quiroga y en el que estuvieron presentes el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Andrés Santa Cruz, y el presidente de la Corporación Chilena del Vino, Gerado Arteaga, además de autoridades regionales y provinciales, con una asistencia considerada inédita de más de 400 personas, lo que, a juicio de los organizadores, reveló el grado de preocupación existente dentro del sector por sus perspectivas inmediatas.
Antecedentes adicionales sobre las exposiciones pueden solicitarse a la Corporación Chilena del Vino. Fono: (56-2) 2170812; Fax: (56-2) 2157915; E-mail: ccv@ccv.tie.cl