La superficie de olivos en Chile se distribuye entre las regiones I y VIII, pero se localiza principalmente en la I y III Región. La producción olivícola nacional se ha orientado preferentemente a la obtención de aceitunas, y una parte se exporta a países sudamericanos. Entre las variedades de mesa destacan Sevillano, Azapa (variedad local), Ascolano y Araucana. Reconocida es la diferencia de las aceitunas del valle de Azapa, en comparación con las del Huasco y Tiltil. Respecto a la obtención de aceite de oliva, alcanzó cierto desarrollo a mediados del siglo pasado, pero posteriormente la actividad quedó reducida a tres o cuatro empresas que procesaban alrededor de 10% de la producción total, de las variedades Aceitero, Empeltre y Liguria.
Como país exportador, en especial de aceitunas de Azapa al MERCOSUR, donde destaca Brasil, Chile había logrado permanencia y cierto prestigio, y las aceitunas en salmuera formaban parte de las exportaciones tradicionales. El añerismo que ha caracterizado a la producción olivícola, era compensado cíclicamente con producto peruano, que permitía abastecer las demandas locales y externas, actividad desarrollada en gran parte por productores y comercializadores de la I Región.
En la reciente década, el cultivo del olivo se percibió con una nueva óptica: en el mundo desarrollado el aceite de olivas fue reconocido por sus atractivas condiciones organolépticas como un producto altamente beneficioso para la salud humana, en tanto que las aceitunas exhiben variadas y atractivas preparaciones y combinaciones que gozan de aceptación en los mercados, al igual que entre los consumidores nacionales. El aceite de oliva, procedente en especial de España, Italia, Argentina, también se va incorporando a la dieta nacional.
Lo anterior significó replantear en el país el rubro olivícola como una alternativa factible de desarrollar, en particular en la línea aceitera. Similares percepciones tuvieron Perú y Argentina, lo que se ha traducido en importantes incrementos de las plantaciones de olivos. Chile constata la creciente competencia de aceitunas de Tacna, tipo Azapa, y las argentinas, país este último en el que dominarían los huertos de variedades aceiteras.
La superficie de olivos en Chile alcanza unas seis mil hectáreas, en tanto que en Perú existen 8.000 ha y en Argentina sobre 40.000 ha. Lo que ya es una preocupante realidad, es que la aceituna peruana está ingresando a Brasil y a Chile, con los complejos efectos que tiene en la producción nacional, la que se ha caracterizado las ultimas temporadas por altas cosechas y elevados stocks.
Desde mediados de la década de los 90 se han realizado diversos esfuerzos compartidos, públicos y privados, orientados a mejorar las técnicas de producción, gestión y comercialización de las aceitunas nacionales, utilizando instrumentos gubernamentales para fomentar el desarrollo de la línea aceitera: giras técnológicas, asesorías de expertos europeos, de España, Italia, Israel, así como la investigación productiva.
Los proyectos de fomento tecnológico y de asociación con empresarios extranjeros de Corfo; los recursos del fondo de promoción de exportaciones agropecuarias del Ministerio de Agricultura y ProChile; las asesorías en el rubro aceite de olivas de Fundación Chile; los trabajos de investigación sobre manejo de huertos del Inia, así como el programa olivícola nacional desarrollado por Fia, son muestras de las acciones mancomunados que realizan los sectores público y privado para afrontar adecuadamente los nuevos desafíos. Diversos encuentros regionales y las próximas Jornadas Olivícolas en Vallenar ( 17 a 19 de octubre), apuntan en esa dirección.
En la actualidad, la Universidad de Chile realiza un estudio sobre la demanda, actual y potencial, de los diversos mercados y de la amplia gama de productos olivícolas, así como las opciones que tiene la olivicultura nacional para lograr satisfacer esa demanda.
