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En una economía abierta y con una demanda de productos pecuarios con tendencia creciente, la ganadería chilena ha estado expuesta a la competencia extranjera por décadas, lo que se ha reflejado en un aumento de los volúmenes importados de carne y productos lácteos, para satisfacer la demanda del mercado nacional que no es cubierta por la producción interna. Junto con ello, la apertura comercial con potencias ganaderas altamente competitivas como Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina y Nueva Zelanda, ha impuesto una presión constante al negocio ganadero en Chile.
En este contexto, en los últimos años han surgido varios elementos que han cambiado las condiciones de los negocios: la exportación en pie de animales vivos e inversiones lecheras de capitales extranjeros. Esto, que puede ser visto como un impulso adicional, al ser una nueva opción exportadora, es al mismo tiempo un factor de cambio en las relaciones históricas dentro de la cadena de producción y distribución.
Bajo este escenario de cambios surge la necesidad de generar estrategias innovadoras para favorecer el crecimiento y la agregación de valor, basadas por ejemplo, en mejorar la productividad intrapredial o tendientes a favorecer interrelación entre eslabones de la cadena, lo que permitirá afrontar de mejor manera los vaivenes de los ciclos internacionales tanto en productos cárnicos como en lácteos, considerando nuestras cifras actuales de animales de reproducción, que alcanzan a un millón de vacas.
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