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1. Producción mundial
Como ya se ha publicado en artículos anteriores, los antecedentes disponibles de FAO dan cuenta de que mundialmente el cultivo del lupino tiene cierta importancia económica sólo en unos pocos países. Entre ellos destaca Chile, que ocupa la segunda posición, con un 5,7% de la producción, después de Australia, país que tradicionalmente ha concentrado más de 85% del volumen de la cosecha mundial.
Chile tiene un mérito adicional al ocupar la posición mencionada, pues su área sembrada con esta especie no supera el 2,5% del total mundial. Esto se debe básicamente a que una de sus características más relevantes en este rubro es el alto nivel de productividad que ha conseguido, con rendimientos que se sitúan actualmente entre 25 y 27 quintales por hectárea. Esta productividad se compara muy favorablemente con el promedio mundial, que fluctúa entre 10 y 18 quintales por hectárea, y es sólo levemente inferior a la de Francia.
La evolución productiva que se muestra en el gráfico N° 1 permite apreciar que, después de un proceso de expansión relativamente continuo durante la década pasada, que fue liderado básicamente por Australia y que culminó en 1999, durante el presente siglo se ha producido cierto ajuste de la producción de este grano, que también se ha verificado principalmente en este mismo país de Oceanía. Este ajuste productivo ha significado reducir la oferta total de lupino desde más de 2 millones de toneladas que se alcanzaron en 1999 a cifras del orden de 1,1 a 1,2 millones de toneladas anuales que se han estado produciendo durante los últimos dos años. En este proceso de reducción de oferta también habrían influido algunos períodos de sequía que afectaron a la zona productora australiana a comienzos de la década, que repercutieron en una importante contracción de las siembras en este país, las que posteriormente no han tenido una recuperación. En definitiva, se advierte que actualmente se está produciendo cerca de la mitad del lupino que se llegó a producir en 1999.
De acuerdo con antecedentes aportados por un minucioso estudio efectuado en el año 2001 para ProChile1 , tanto en Australia como en Chile la producción interna de este grano se emplea mayoritariamente en el mercado doméstico, particularmente en el caso de la producción de lupino dulce, que se utiliza principalmente en la elaboración de dietas para ganado o para peces en cautiverio.
Por ahora, el comercio internacional de este grano, que sería de niveles bastante reducidos, parece estar concentrado básicamente en transacciones de lupino amargo, que se utiliza en alimentación humana y cuya oferta es sustancialmente menor a la de lupino dulce. Sin embargo, debido al estancamiento de la oferta de fuentes proteicas de origen animal para dietas de ganado, principalmente de harina de pescado, y al incremento a tasas anuales de 3% a 4% en la demanda por alimentos con altos contenidos de nutrientes proteicos, se ha previsto que a largo plazo podría aumentar sustancialmente la demanda internacional por alimentos de origen vegetal con alto contenido de proteína y que además aporten altos niveles de energía, entre los que estaría incluido el lupino dulce.
Cabe señalar además que la información disponible de FAO respecto a comercio internacional de este grano no parece de alta confiabilidad, pues existen enormes diferencias entre las cifras relativas a los volúmenes totales anuales que se exportan en comparación con los que se importan, de forma tal que las conclusiones que se puedan obtener sobre este aspecto podrían resultar poco consistentes.
De todos modos, se estima que la estrechez de oferta que se habría generado en estos últimos años, debido a la caída de la producción australiana, fue el principal factor que favoreció el importante repunte de los precios de exportación que se aprecia en el caso del producto chileno, según se indica más adelante.
En el hecho, a pesar de la inconsistencia señalada entre las cifras de exportación e importación, cabe hacer notar que, según los antecedentes de FAO, en ambos casos se aprecia un importante incremento de los precios promedios mundiales durante estos últimos años: en las exportaciones aumentaron desde US$ 118 por tonelada en el año 2000 a US$ 197 por tonelada en 2003, aunque durante el año 2004 experimentaron un descenso hasta US$ 170 por tonelada; en tanto, en las importaciones esta variación fue desde US$ 137 por tonelada en 1999 a US$ 190 en 2003, pero continuando su aumento hasta US$ 215 por tonelada en 2004. En la práctica se advierte una tendencia al aumento a lo largo de este último quinquenio, aunque en el caso de las exportaciones este proceso habría experimentado un retroceso durante el año 2004, último año para el que se cuenta con antecedentes de FAO para esta materia.
Considerando que la producción australiana de lupino aún no se ha recuperado completamente, se presume que la firmeza del mercado internacional del lupino (amargo) podría continuar en similares condiciones, a lo menos hasta la próxima campaña.
En todo caso, debe tenerse presente que la mayor parte del comercio internacional de este grano es de lupino amargo para consumo humano, mercado que suele saturarse con relativa facilidad, debido a que el nicho de demanda es más bien restringido (principalmente países ribereños del Mediterráneo con influencia árabe). En consecuencia, si los repuntes productivos que se esperan en Australia se verifican, principalmente en las zonas productoras del oeste, donde se concentran las siembras de lupino amargo, es probable que el mercado manifieste a corto plazo una condición de mayor holgura, con precios algo inferiores a los registrados en estos últimos años.
2. Situación nacional
En el país, conforme a las cifras de siembra entregadas por el INE, el área cultivada con lupino durante la temporada 2005/06 llegó a 28.490 hectáreas, superando en 12,6% las siembras de esta especie efectuadas en la temporada anterior. Con ello se concreta el cuarto incremento consecutivo de estas siembras, lo que ha permitido duplicar el área nacional de siembra de lupino durante los últimos cinco años. Así se ratifica el claro proceso de expansión que viene experimentando este cultivo en el último tiempo y se establece, de paso, un nuevo récord, como puede apreciarse a través de los antecedentes que se muestran en el gráfico N° 2.
Es conveniente también tener presente que las proyecciones que se han formulado para este rubro indican que su cultivo continuará incrementándose en los próximos años, especialmente en la medida que se mantenga una importante demanda por lupino dulce de parte de la industria de alimentos para salmones. De esta forma, es previsible que en el futuro cercano se seguirán batiendo las marcas de superficie sembrada.
En relación a la distribución de estas siembras por tipo de producto obtenido (lupino dulce o amargo), cabe anotar que habitualmente se cultivan entre 6 mil y 8 mil hectáreas de lupino amargo, área que se concentra básicamente en sectores de pequeños agricultores en los secanos interior y costero de la IX Región.
Esta clase de lupino se destina esencialmente a la exportación como grano de diferentes calibres. Luego de un proceso de «desamargado», que se realiza generalmente en los países de destino, se utiliza en consumo humano, teniendo una alta demanda entre poblaciones de origen árabe que habitan en países circundantes del Mar Mediterráneo, tales como Grecia, Italia, España, Portugal y Egipto.
Probablemente debido a las variaciones de la oferta, particularmente de la competencia proveniente de Australia, el comportamiento de estas transacciones muestra bastante irregularidad a través del tiempo, lo que puede apreciarse claramente al observar los antecedentes que se muestran en
el gráfico N° 3. Allí puede advertirse que los volúmenes y el valor de los productos exportados, así como los precios medios implícitos para el lupino chileno que se derivan de estos datos, frecuentemente han exhibido abruptas fluctuaciones en estos últimos años.
Es así como, luego de una contracción de exportaciones experimentada en 2001, que se acentuó en 2002, provocadas principalmente por excedentes en la oferta internacional del producto, que hicieron caer sus precios a niveles muy deprimidos, se ha estado produciendo un significativo repunte de estas operaciones, coincidente, además, con una importante recuperación de los precios medios conseguidos.
En el año 2005 se exportaron más de 21 mil toneladas de lupino, un volumen bastante más elevado que el de antes de la contracción. No obstante, lo que es más significativo de esta evolución es que el valor total exportado ha superado por mucho a cualquier otro valor que se haya conseguido durante el actual decenio, llegando a sobrepasar por primera vez los US$ 10 millones, duplicando la cifra del año anterior. Entre otros factores, este notable incremento ha sido el resultado del precio promedio de cerca de US$ 500 por tonelada que se ha logrado en estos dos últimos años, cifra que, superando en casi 30% a la ya recuperada del año 2003, prácticamente triplicó el nivel más deprimido del año 2002.
Al margen de las condiciones propicias del mercado internacional que han permitido sostener tales valores, también es destacable que, con el apoyo del Fondo de Promoción de Exportaciones Agropecuarias del Ministerio de Agricultura, se han llevado a cabo importantes misiones comerciales a los mercados de destino, con el propósito de lograr un proceso inicial de apertura, el que, posteriormente, se ha conseguido consolidar en compromisos de abastecimiento de más largo plazo, materializados por empresas exportadoras del rubro.
Adicionalmente se debe resaltar que en el país se han hecho inversiones necesarias para establecer plantas seleccionadoras que hacen posible una adecuada presentación y selección del producto que se exporta, de forma de mejorar la confianza de los compradores en el producto chileno. Por estos motivos, principalmente en España, Italia, Portugal y Egipto, hoy existen ciertos niveles de compromiso y de confianza entre exportadores chilenos e importadores de esos países, que hacen que sus mercados sean relativamente más estables, al menos en cuanto a volúmenes de compras, situación que estaría tendiendo a evitar que se produzcan las grandes fluctuaciones de volúmenes exportados que se registraban anteriormente. De aquí que se tenga un alto grado de confianza en que los volúmenes que se exporten en los próximos años se mantendrán en niveles similares o superiores a los del último año.
De todas maneras, a pesar del buen pronóstico anterior, siempre es conveniente advertir respecto a la vulnerabilidad de este mercado frente a posibles incrementos de la oferta, particularmente si se comienza a apreciar una importante recuperación de la producción australiana de lupino amargo o se advierte excesivo entusiasmo en Chile frente a las condiciones auspiciosas del mercado.
El tamaño del mercado es bastante reducido y altamente sensible frente a variaciones de la oferta, de modo que incrementos sustanciales de la producción total pueden redundar rápidamente en una condición de sobreoferta, que haría descender los precios a niveles deprimidos como los registrados en 2001 y 2002.
De aquí que, a pesar de los buenos resultados conseguidos, parecería altamente recomendable que en Chile las siembras de este tipo de lupinos no se expandan excesivamente, de modo de seguir manteniendo un equilibrio respecto a la evolución de las cantidades exportadas. El nivel de 6.000 a 8.000 hectáreas de siembras de lupino amargo que se ha mencionado anteriormente todavía parece razonable, considerando el volumen de exportaciones que se ha logrado.
En cuanto a las siembras de lupino dulce, que han sido bastante fluctuantes y que corresponden a la diferencia entre el total sembrado que señala el INE y lo sembrado con lupino amargo, se trata de un cultivo realizado principalmente por agricultores comerciales de la IX Región, aunque últimamente se ha extendido también a otras regiones, principalmente la VIII y la X, donde se está constituyendo en una buena alternativa productiva.
El destino básico de esta producción es el consumo animal y se comercializa primordialmente dentro del mercado interno. Es así como el incremento de las siembras totales de estos tres últimos años ha estado vinculado más que nada a una expansión de este cultivo de lupino dulce, que actualmente está contando con una importante y creciente demanda de parte de la industria de alimentos para salmones.
La principal causa de esta mayor demanda por lupino dulce es la escasez que se está observando en el abastecimiento de harina y de aceite de pescado, así como también de subproductos de la soya (harina y afrecho), lo que está repercutiendo directamente en la evolución de los precios de los sustitutos de estos productos, entre ellos los del propio lupino dulce. Esta situación ha tenido como consecuencia que desde hace un par de temporadas se han comenzado a ofrecer contratos de siembra de lupino dulce, en condiciones habitualmente convenientes para los agricultores.
Lo anterior ha constituido un poderoso incentivo para que el cultivo del lupino, particularmente en el caso del tipo dulce, se haya expandido de la forma que lo ha hecho en estos últimos años, previéndose que este crecimiento puede continuar en el futuro cercano.
Por otro lado, cabe resaltar que, en la medida que el cultivo del lupino sea efectivamente una real alternativa productiva para la agricultura de la zona sur del país, no sólo beneficiará a sus agricultores, por el aporte directo que hará a sus ingresos, sino también se constituirá en una excelente alternativa para incorporarla a las rotaciones de cultivos de la zona. Esto último es especialmente efectivo si se consideran los efectos benéficos que esta leguminosa genera en la conservación de los recursos edáficos, debido a su capacidad de incorporar nitrógeno al suelo. Éste es un aspecto que los agricultores también deberán tener en consideración al momento de llevar a cabo sus decisiones de siembra.
1 «Diagnóstico sector leguminosas de grano – lupino y taller estratégico del sector». Estudio efectuado por la empresa consultora DIG Ltda. (Desarrollo, Innovación y Gestión en Agronegocios).
Silvio Banfi Piazza