Autor: Javier Contreras Cerpa
Categorías: Agricultura orgánica,Apicultura,Artículos,Carnes,Cereales,Cultivos industriales,Estadisticas economicas,Flores,Forestal,Frutas frescas y procesadas,Frutas y hortalizas procesadas,Hortalizas frescas y procesadas,Leche y derivados,Leguminosas,Papas,Semilleros, bulbos y viveros,Vinos
El valor económico de cualquier sector productivo ya sea de bienes o servicios, se cuantifica habitualmente a través de su aportación al Producto Interno Bruto (PIB) del país y su peso relativo, expresado como porcentaje del PIB total (Domínguez, 2014).
A nivel nacional, la última década ha sido testigo de una moderación en el crecimiento económico, situándose en rangos del 2% al 3%. Esta tendencia se ha debido, en gran medida, a la caída de los precios del cobre y a una disminución de la inversión. La pandemia de COVID-19 provocó una severa contracción del 6,1% en 2020; no obstante, la economía chilena experimentó una rápida recuperación en 2021 y 2022, alcanzando un notable crecimiento del 11,3%, impulsado por estímulos fiscales y los retiros de fondos previsionales. A partir de 2023, la expansión económica ha vuelto a desacelerarse, ubicándose en torno al 2%, en un escenario de ajuste macroeconómico, elevadas presiones inflacionarias y un entorno global menos propicio.
Por su parte, el desempeño del PIB Silvoagropecuario en la última década ha mostrado una mayor volatilidad, disociándose en ocasiones de la tendencia del PIB nacional. Este sector ha fluctuado con tasas que van desde un descenso del 3,8% en 2014, hasta un notable crecimiento del 7,2% al año siguiente. Es relevante destacar que, mientras el PIB nacional sufrió una marcada contracción en 2020, el rubro silvoagropecuario experimentó un leve incremento del 0,7%. Al año subsiguiente, a pesar de la fuerte expansión del PIB nacional (11,3%), el aumento del sector silvoagropecuario fue más moderado (3,7%).