Autores: Carolina Buzzetti Horta , Cindy Encina Galaz
Categorías: Artículos,Cambio climático,Carnes,Comisión Nacional de la Carne Bovina,Programa de suelos: SIRSD-S,Sustentabilidad
Las praderas juegan un rol crucial en la producción pecuaria, ya que proporcionan un alimento equilibrado y de bajo costo para el ganado, por lo que su productividad es un elemento clave en la rentabilidad de los sistemas productivos pecuarios. Además de su importancia productiva, las praderas tienen un rol importante en la retención del carbono atmosférico[1] y conservación de la biomasa vegetal, ayudando a reducir la erosión, la pérdida de suelo, los efectos de los gases de efecto invernadero, entre otros beneficios.
A nivel mundial existe preocupación por mejorar la salud del suelo y disminuir acciones que causen degradación de sus propiedades químicas, físicas y biológicas. Esto se ha traducido en la incorporación de recomendaciones y de prácticas en diversos programas, paneles y convenciones internacionales, como: la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la Alianza Mundial por el Suelo (FAO), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD), entre otros.
Alrededor del 68% de las tierras agrícolas del mundo (3,2 mil millones de hectáreas en comparación con 1,6 mil millones de hectáreas de tierras de cultivo) se utilizan para el pastoreo. La mayoría de estos paisajes no son aptos para el cultivo, debido a las condiciones geográficas, el tipo de suelo, el clima, entre otros, sin embargo, son hogar para más de mil millones de personas que dependen del ganado para su sustento. Estas áreas de pastoreo han sido, a menudo, algunas de las tierras más degradadas del planeta debido a la deforestación y a las prácticas inapropiadas de pastoreo, entre otros.[2]
Los patrones de las precipitaciones y temperaturas han presentado una gran variación los últimos años, debido al cambio climático, además ha aumentado la frecuencia de eventos climáticos extremos como sequías, inundaciones, periodos de muy altas o muy bajas temperaturas, entre otros. Estas condiciones representan una amenaza para la estabilidad de las praderas, ya que pueden afectar los patrones de crecimiento, su composición varietal y la disponibilidad como alimento para el ganado. Un estudio realizado por el Centro de Información de Recursos Naturales (CIREN)[3] en las zonas de Osorno y Llanquihue, indica que la disminución de las precipitaciones podría implicar una disminución cercana al 25% en la productividad de las praderas, además de adelantar algunas fases fenológicas, disminuyendo su disponibilidad durante el verano.
La productividad de las praderas puede mejorarse mediante prácticas y manejos adecuados como la fertilización y riego, cambios en las variedades presentes y uso de criterios de pastoreo más eficientes.
En este contexto, la implementación de prácticas sostenibles que mejoren y conserven las propiedades de las praderas, tales como el aporte de materia orgánica de rastrojos, mínima o cero labranza en siembras, pastoreos intensivos con tiempos de recuperación largos, uso reducido de productos biocidas, entre otros, contribuyen al proceso de transición hacia sistemas más sostenibles. Estas acciones permiten hacer un uso responsable de este recurso, no sólo desde el punto de vista ambiental, sino también desde una mirada social y económica, ayudando a rentabilizar los sistemas productivos pecuarios.
En este contexto, la implementación de prácticas sostenibles que mejoren y conserven las propiedades de las praderas, tales como el aporte de materia orgánica de rastrojos, mínima o cero labranza en siembras, pastoreos intensivos con tiempos de recuperación largos, uso reducido de productos biocidas, entre otros, contribuyen al proceso de transición a sistemas más sostenibles, como señala Rattan Lal[4], el manejo sostenible del suelo y el incremento de su contenido de carbono son pilares fundamentales para mejorar la productividad, la resiliencia agroecológica y la mitigación del cambio climático en sistemas ganaderos y agrícolas. Estas acciones permiten hacer un uso responsable de este recurso, no sólo desde el punto de vista ambiental, sino también desde una mirada social y económica, ayudando a rentabilizar los sistemas productivos pecuarios.
Este artículo busca relevar la importancia estratégica de las praderas en la producción ganadera nacional, destacando su rol como base alimenticia de bajo costo para el ganado y su contribución a la sostenibilidad de los sistemas productivos. A través del análisis de aspectos como el manejo adecuado de las praderas, su impacto en la salud del suelo y su potencial para mitigar los efectos del cambio climático, se busca entregar una visión general que permita promover prácticas de manejo sostenibles. Además, se presentan un breve análisis de las condiciones actuales en Chile y las políticas públicas orientadas a fortalecer el uso eficiente y regenerativo de este recurso clave para la ganadería.
[1] En las praderas, las plantas absorben CO₂ de la atmósfera mediante la fotosíntesis y lo convierten en materia orgánica (raíces, tallos, hojas). Parte de ese carbono queda almacenado en el suelo cuando las raíces mueren o las plantas se descomponen. El pastoreo, los incendios y el manejo del suelo afectan cuánto carbono se almacena o se libera.
Las praderas bien manejadas pueden actuar como sumideros de carbono, ayudando a reducir el cambio climático.
[2]https://regenerationinternational.org/2021/04/07/pastoreo-regenerativo-aumento-de-la-produccion-resiliencia-de-la-biodiversidad-ingresos-y-una-solucion-al-cambio-climatico/
[3] Impacto de la variabilidad climática interanual sobre la producción de forraje y la capacidad sustentadora animal en las praderas de las provincias de Osorno y Llanquihue. (2018)
[4] https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/00380768.2020.1718548#abstract