
Categorías: Agricultura sustentable,Agua,Estudios,Frutas frescas y procesadas,Hortalizas frescas y procesadas,Sustentabilidad,Vinos
Los estudios hidrológicos realizados en la cuenca de Limarí han indicado que, en condiciones hidrológicas promedio, había unas 23.000 a 24.000 hectáreas bien regadas (esto es, regadas con una seguridad de riego del orden de 85% para la hidrología previa a la sequía de los años 2014 y siguientes). Estas habían tendido a coincidir con las áreas de cultivos permanentes. Es un diagnóstico bien fundamentado que en la cuenca existe más tierra que la factible de ser regada puesto que la superficie potencialmente cultivable aproximadamente duplica esta cifra, donde la diferencia está constituida por el área que se destina a cultivos anuales en los años en que hay agua disponible. Por lo tanto, los cultivos anuales actúan como buffer liberando recursos hídricos en años de escasez mediante transacciones de volúmenes de agua entre usuarios. En sequía, la ambición mínima es cubrir la demanda de los cultivos permanentes. Esto constituye un uso y costumbre de los agricultores de la cuenca que ha permitido adaptarse a las fluctuaciones de la meteorología.
Dado que las tendencias de reducción de la disponibilidad de aguas derivadas de la meteorología han impuesto una tendencia de reducción de cultivos, no sólo anuales, sino que también permanentes y, además, las proyecciones de cambio climático indican que este es un proceso que continuará aumentando la escasez de suministro a largo plazo, es de interés evaluar nuevas fuentes hídricas.
Adicionalmente, también es válido pensar no sólo para asegurar el riego de las 24 mil hectáreas de cultivos permanentes, sino que para acercarse a las hectáreas que se han reconocido como potencialmente cultivables y una nueva fuente puede aportar en ese sentido también.
El presente estudio aborda la investigación del agua desalada como nueva fuente para riego mediante la realización de encuestas a 195 agricultores de la cuenca del río Limarí recolectando información con la cual se determina la disposición a pagar (DAP) mediante el método de Valoración Contingente, además, se determina la capacidad de pago por agua desalada mediante la estimación de indicadores mediante información agroeconómica de una muestra de 15 cultivos representativos de la misma zona. Junto con lo anterior, se realiza una estimación de costos referenciales de las obras de desalación y transporte para llegar con la nueva fuente hasta el embalse La Paloma.
En base al estudio realizado de la capacidad de pago, y de la disposición a pagar, se ha podido reconocer que en la cuenca hay un 17% del área cubierta por cultivos de alto valor, que tendrían una capacidad de pago, en el margen, de USD 1,45 / m3 a pie de embalse.
Por otro lado, la disposición a pagar del promedio de los agricultores bajo embalse llega a USD 0,37 /m3 (a pie de embalse) y los agricultores de escalas medianas y grandes tienen una mayor DAP.
En contraste con lo anterior, el costo estimado a nivel de perfil del agua desalinizada puesta en el embalse Paloma, llega a 1,34 USD, en el escenario de escala operativa de 3 m3/s, y algo más para caudales de 2 y 1 m3/s, puesto que existen economías de escala.
Otra característica del costo del agua desalada que resulta importante tener presente es que, a diferencia de las obras de riego convencionales, el costo está más asociado a los costos de operación que al costo de la inversión inicial. Estimamos que más de un 60% del costo es operacional, el cual, depende fuertemente del costo de la energía.
En términos resumidos, el presente estudio ha ilustrado el punto que la desalación de agua de mar, si bien es sabido que es una opción tecnológica de alto costo, con el tiempo ha tendido a reducir sus costos gracias al desarrollo tecnológico y su masificación de uso. Con ello, su costo ya se encuentra dentro de un orden de magnitud en que los márgenes productivos de una agricultura dedicada a productos de alto valor, ya puede solventar. Esto aún no aplica para la gran mayoría de los cultivos y productores del Valle del Limarí, pero al menos sí para una parte.
Es conveniente tener presente que, si el costo de la energía presentara una evolución favorable y si este tipo de proyectos fueran precedidos por otros proyectos que propugnen una reducción en los niveles de pérdidas en la cuenca, desalar el agua de mar podría ser más económico a futuro.