Categorías: Estudios,Programa de suelos: SIRSD-S,Sustentabilidad
El incremento de la población mundial ha forzado aumentar la superficie para producir alimentos a escala global, incluir nuevas tecnologías para generar sistemas eficientes, usar fertilizantes sintéticos y consumir más agua. Sin embargo, en este vertiginoso incremento de suministro y demanda, escaza atención ha recibido la producción sostenible de los sistemas agroalimentarios considerando aspectos ambientales y el uso del suelo. Por eso, en la última década los esfuerzos mundiales se han concentrado en el desarrollo equitativo de la sociedad y la protección del medio ambiente mediante los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) definidos en la Agenda 2030 de la ONU, que promueven la transformación sostenible de los sistemas agroalimentarios mundiales. En este contexto el recurso suelo es un pilar fundamental para lograr los ODS, siendo determinante su sostenibilidad en el tiempo.
El suelo es un medio trifásico que está compuesto por fracción sólida, gaseosa y agua. La estructura del suelo está definida por el ordenamiento jerárquico de sus agregados y el espacio poroso que lo constituye. Este último juega un rol clave en el almacenamiento, disponibilidad y transporte de nutrientes y aire dentro del perfil de suelo. Es por esto que, para asegurar un uso adecuado del recurso suelo en el tiempo, se deben considerar sus funciones ecosistémicas: i) producción de alimentos y biomasa, ii) almacenamiento, filtración y transformación de compuestos, iii) hábitats para seres vivos y reservorio genético, iv) medio físico y cultural, v) fuente de materias primas, vi) almacenamiento de carbono, y vii) archivo del patrimonio geológico y arqueológico. Funciones fundamentales para los diversos servicios ecosistémicos que ofrece el suelo. Por lo tanto, para una adecuada evaluación de la gestión de la sostenibilidad de los suelos agropecuarios es necesario determinar parámetros asociados a las propiedades físicos, químicos y biológicos de ellos.