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Las transformaciones gatilladas por los procesos de modernización de las últimas décadas han tensionado las concepciones tradicionales del mundo rural. La ruralidad hoy no puede ser entendida únicamente desde el predominio de la producción primaria agropecuaria, la precariedad material y la distancia social y cultural con el mundo urbano. La urbanización intermedia y una mejor conectividad con las áreas metropolitanas, así como el desarrollo de actividades secundarias y terciarias, han influido enormemente en los modos de vida y expectativas de los habitantes rurales (PNUD, 2008). Por ello, es necesario pensar la ruralidad en Chile hoy de modo coherente con la realidad actual, lo cual cobra particular relevancia a la hora de diseñar políticas de desarrollo rural.
Tanto en Chile como en el mundo, lo rural no tiene una definición consensuada, adquiriendo distintos sentidos y dimensiones a nivel de las políticas nacionales, de organismos internacionales y de análisis desde el ámbito académico. Usualmente la definición se aborda desde una o dos dimensiones, como el tipo de actividades económicas predominantes, la densidad poblacional o la distancia con centros urbanos. Si bien estas definiciones son útiles para distinguir lo rural de lo urbano, no permiten entender lo rural en sus propios términos. Para ello se vuelve imprescindible un enfoque multidimensional que integre aspectos demográficos, socioeconómicos, medioambientales y culturales para avanzar hacia una comprensión de los territorios rurales.
En Chile la Ley Orgánica del Instituto Nacional de Estadística (INE) define por fines operativos para levantar encuestas y censos como entidad rural un asentamiento humano con población menor o igual a 1.000 habitantes, o entre 1.001 y 2.000 habitantes donde más del 50% de la población declara haber trabajado o se dedica a actividades primarias. Desde esta definición según el último Censo en Chile el 12,2 % de la población es rural.
Esta definición contrasta con aquellas propuestas por organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) o el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La primera, buscando una definición que permita comparar contextos de ruralidad entre los distintos países que la componen, la segunda, buscando construir una definición particular acorde a las transformaciones vividas por el mundo rural chileno.
La OCDE (2016) establece que el 34,6 % de la población en Chile vive en áreas rurales. Dentro de las recomendaciones sugeridas para el caso chileno, destaca la revisión de la definición de lo rural, ya que, bajo los parámetros fijados por el INE, lo rural estaría siendo subrepresentado, estableciendo un carácter dicotómico entre el espacio rural y urbano, y asociando lo rural con el declive económico
y social. Esto se contradice con la significativa riqueza que actualmente se produce en las zonas rurales de Chile reflejado en el crecimiento de las exportaciones asociadas al sector primario (minería, agricultura, actividad forestal y pesca), así como en el crecimiento del sector terciario en parte importante de los territorios rurales. Este diagnóstico es lo que fundamenta la Política Nacional de Desarrollo Rural como manera de corregir el desbalance señalado por la OCDE.
Por otro lado, el Informe de Desarrollo Humano en Chile Rural (PNUD, 2008) sostiene que los territorios rurales se definen como los espacios donde la actividad económica preponderante es la piscisilvoagropecuaria. De este modo se incluyen no solo las aglomeraciones de baja densidad poblacional (INE), sino que también ciudades conocidas en la literatura como “agrópolis”, “ciudades intermedias” o “ciudades rurales” (Berdegué et al., 2010). Los territorios rurales dependen de las actividades agropecuarias, sin embargo, solo una parte de sus habitantes trabaja en ellas de modo permanente a pesar de mantener una fuerte identidad asociada a estas. El informe plantea la
necesidad de re-significar lo rural desde esta nueva lógica, para así dar cuenta de los cambios vividos en las últimas décadas en la ruralidad sin por ello abandonar la posibilidad de construir un proyecto colectivo de futuro desde una matriz identitaria propia y no residual del mundo urbano. En este sentido, el Informe del PNUD (2008) presenta una orientación conceptual para pensar lo rural desde una perspectiva compleja y comprensiva y avanzar en políticas, planes y programas de desarrollo rural.
Tras lo señalado anteriormente urge avanzar en una definición de lo rural que permita dar cuenta de las diferentes cualidades que los estructuran, ajustándose en términos numéricos a la realidad demográfica chilena y recogiendo las diversas y complejas interacciones que se dan tanto en los espacios rurales como en los intermedios y urbanos, como también las actividades productivas, industriales, extractivas y de servicios que también son parte de la configuración rural.
Desde aquí se plantea que la elaboración de tipologías multidimensionales de territorios rurales que den cuenta de la diversidad interna de la ruralidad en Chile en términos socioeconómicos, demográficos, culturales y medioambientales constituyen un avance en esta línea. Las tipologías se vuelven herramientas clave para la implementación de políticas, planes y programas territoriales de desarrollo rural que orienten los esfuerzos del Estado, pero además permiten profundizar el análisis de los procesos económicos, sociales y ambientales que atraviesa la ruralidad en Chile.
Entendiendo la enorme contribución de una tipología de territorios rurales para orientar la Política Nacional de Desarrollo Rural, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en conjunto con la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA), encargan a los presentes autores la elaboración de una “Propuesta Metodológica para la construcción de una Tipología de Territorios Rurales en Chile”. Esta Tipología debía apuntar a comprender la influencia de factores geográficos, socioeconómicos y culturales que condicionan una diversidad de modos de vida y paisajes en la ruralidad chilena. La puesta en valor de esta diversidad interna busca orientar la focalización de las políticas planes y programas para la implementación de un desarrollo rural con enfoque territorial.
Este artículo presenta la Propuesta Metodológica desarrollada. En primer lugar, se dará cuenta de los objetivos de la consultoría y la metodología de trabajo seguida; luego se hará una revisión conceptual sobre tipología de territorios rurales considerando literatura especializada y el desarrollo de entrevistas a expertos; y finalmente se presentará paso a paso la propuesta metodológica.