Categorías: Artículos,Cabecera principal,Comité Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos,Contenidos rubro,Pérdida y desperdicio de alimentos
Para el 2050, alimentar a una población mundial de casi 10 mil millones de personas, requerirá transformar la forma en la que hoy se producen, procesan, comercializan y consumen los alimentos.
Alimentar a esta población de manera nutritiva y sustentable requerirá de mejoras sustanciales en los sistemas alimentarios para poder ofrecer así, productos nutritivos a los consumidores sin dañar los recursos naturales. Factores tales como, el rápido crecimiento demográfico, la urbanización, los cambios en los hábitos de consumo, y los efectos del cambio climático, entre otros, están estresando los sistemas alimentarios en su capacidad para proporcionar alimentos, capacidad que además es afectada, por la pérdida y desperdicio de éstos. Es así como, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), uno de los factores críticos para poder aumentar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad medioambiental, es reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. (FAO, 2022)[1].
Se entiende la pérdida y desperdicio de alimentos, como la disminución en la cantidad de alimentos en cualquier punto de la cadena productiva, desde la producción hasta el consumo final, definiendo la pérdida de alimentos a la que ocurre durante la producción, cosecha, postcosecha, y almacenamiento en el predio y al desperdicio de alimentos al que ocurre durante la distribución, la venta y el consumo.
Se estima que la pérdida y el desperdicio de alimentos a nivel mundial varía entre 20% y 45%, dependiendo del tipo de producto que se trate, siendo las frutas y verduras lo que más se pierde, junto con las raíces y tubérculos (45%), seguidas por los cereales, pescados y productos marinos (30%) y 20% de los productos avícolas, lácteos, carne de vacuno, legumbres y oleaginosas.
La reducción de las Pérdidas y los Desperdicios de Alimentos (PDA) es parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a través del ODS12 que apunta a “garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”, y específicamente en la meta 3 de este objetivo, el cual espera lograr “de aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”. Para dar cumplimiento a esta meta, los países han puesto en marcha diversas acciones relacionadas con la sensibilización, legislación, innovación, inversión y medición de las PDA a lo largo de las cadenas de suministro, así como también, han desarrollado o están desarrollando políticas, planes nacionales, estrategias, hojas de ruta, etc., para su logro. Nuestro país, no es la excepción, y desde hace más de una década, se han gestado e implementado diversas iniciativas que tienen como fin reducir las PDA.
Por último, hay que señalar que las PDA han tenido una relevancia especial en los últimos años, debido a la escasez o problemas de disponibilidad de alimentos causada por la pandemia de COVID-19, y reducirlas es un creciente interés por parte de múltiples actores. Esto hace requerir actuaciones y acciones coordinadas, con la participación de gobiernos, instituciones de investigación, productores, distribuidores, minoristas, restaurantes, hoteles, casinos, y por supuesto, los consumidores, ya que éstos tienen un enfoque diferente sobre el problema, así como de las posibles soluciones.
En este artículo, haciendo un poco de historia, se describen las estrategias e iniciativas que se han utilizado en nuestro país para prevenir y reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos, estrategias que se basan en la coordinación público-privada.