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Una de las preguntas más importantes que enfrenta hoy en día el sector agropecuario es cómo viabilizar la alimentación de la creciente población mundial de manera sostenible. Si bien la especialización e intensificación de la agricultura convencional ha tenido logros importantes en cuanto al aumento de rendimientos productivos y económicos, también ha resultado en costos para el medio ambiente como son la contaminación del aire y agua, destrucción del suelo, erosión, pérdida de la biodiversidad, emisión de gases de efecto invernadero (GEI), entre otros. En este sentido, el desafío actual de la agricultura ya no es el aumento en la eficiencia de la producción en sí, sino que la optimización del uso de los recursos, pasando así de la lógica lineal de la producción a la circularidad.
El concepto de circularidad apunta a reducir el consumo de recursos y las emisiones al medio ambiente. En esta línea, la transformación hacia una producción circular de alimentos implica encontrar prácticas y tecnologías que minimicen el uso de recursos finitos, promuevan el uso de recursos regenerativos, impidan la pérdida de recursos naturales (por ejemplo, carbono, nitrógeno, fósforo y agua) y estimulen la reutilización y reciclaje de los recursos que inevitablemente se pierdan del sistema. De esta manera, debemos examinar el sistema de producción completo y preguntarnos ¿Cómo se generan los recursos? ¿Cómo se manejan las emisiones? ¿Cuáles son las mejores maneras de integrar los sistemas agrícolas y pecuarios? Especialmente en lo que se refiere al ciclo de nutrientes, el sector agropecuario chileno debe avanzar hacia la incorporación de prácticas de manejo integrado, no solo para prevenir los efectos adversos de la fertilización inorgánica al medio ambiente, sino que también para restaurar aquellos sistemas degradados. Al respecto, se estima que un 33% de los suelos del planeta se encuentran degradados por la erosión, el agotamiento de nutrientes, acidificación, la salinización, la compactación y la contaminación química, lo cual afecta a los medios de vida, los servicios ecosistémicos, la seguridad alimentaria y el bienestar humano. Por otra parte, un mejor aprovechamiento de los recursos es importante para disminuir la dependencia de nutrientes importados que se ven fuertemente afectados por el contexto geopolítico y cuyas fluctuaciones en el mercado pueden afectar la seguridad y soberanía alimentaria nacional.
En este estudio se desarrollará un análisis de la sostenibilidad de los sistemas de fertilización agrícola chilenos para proponer políticas públicas que promuevan medidas para mejorar la sostenibilidad de la fertilización. De igual forma, se entrega una visión de la gestión integral de nutrientes en los sistemas productivos chilenos, la que considera una valoración de los costos y beneficios económicos, sociales y ambientales de las implicancias de mercado y las potenciales externalidades positivas de introducir prácticas verdes de fertilización de nuestros campos. Desde este punto de vista, el estudio propuesto implica el análisis de indicadores que integran el impacto económico y ambiental de las políticas actuales en Chile y el mundo.